El majestuoso Cerro de la Silla en Monterrey
Apenas vamos entrando a la ciudad y ya podemos identificarlo; aún sin conocerlo. Queda el visitante maravillado ante la imagen del icono natural más impresionante de Monterrey que da la bienvenida a esta tierra de gente hospitalaria, amable, franca y de mucho trabajo.
Que si es parte de la sierra no se qué… o de la montaña sabe cuál… Que si mide no sé qué tantos metros…
Todo eso no importa; pasa a segundo término. Lo que importa es la majestuosidad que proyecta. Una de las fuertes barreras naturales que ha impedido el paso de innumerables huracanes y tormentas para que no nos golpearan con toda su fuerza.
El Cerro de la Silla. Llamado así por los picos que sobresalen en la parte más alta de la montaña y que, adquieren la forma de una montura, o silla de montar. Ese artefacto que solían poner a los caballos los primeros pobladores para sus andanzas por la región.
Nunca lo vas a ver igual. Siempre tiene una vista diferente.
A veces lo ves como que está más cerca, y otras, más lejano. Algunas veces lo verás con una tonalidad azulada y otras muy verde. Algunas veces podrás apreciar caminos, arrecifes o rocas que no habías visto antes, aunque lo hayas contemplado en otras ocasiones.
A veces lo verás más alto y en otras no tanto, como invitándote a explorarlo. De hecho allá arriba hay un diario en el que han estampado su firma todos los que se han atrevido a conocerlo más profundamente. Claro, hay que pasar antes por un estrecho camino de pocos metros de distancia, pero con sendos barrancos a los lados.
Fue el refugio favorito de un bandido local de hace muchísimos años, Agapito Treviño o “Caballo Blanco” que traía asoleados a los guardianes de la ley de aquellos tiempos. Por cierto, se dice que sigue ahi escondida toda la riqueza acumulada durante sus atracos.
También tiene sus misterios.
Los más ancianos cuentan que en sus entrañas habitaba un ser al que se conoció como el “hombre pájaro”.
También se habla de un caballo negro con ojos como de fuego que en ciertas ocasiones baja del cerro; también se habla de un cochero con todo y su carruaje haciendo ruido por las empedradas calles de las partes altas del cerro.
Mito o realidad. Quién sabe.
Todo es parte del misterio que encierra este imponente monumento natural, patrimonio de la nación.
Debemos los regiomontanos sentirnos muy orgullosos de contar con este ejemplo de belleza natural y, cómo decía el reconocido filósofo Alfonso Reyes “el Pensador Universal”:
Cerro de la Silla, quién pudiera estar en tu horqueta. Con un pie en Monterrey y el otro en Cadereyta…
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Es cierto... el Cerro de la Silla siempre se ve diferente
ResponderEliminarsi es verdad yo ya lo subi y s e ve bien padre desde alli
ResponderEliminarcuanto me encantaria verlo de cercas...
ResponderEliminarMuy bonitas palabras y muy buenos tus comentarios,hacerca de mi querido y hermoso Monterrey N.L.,me gusto lo que escribiste.
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